El proyecto La textura del silencio, se presento en 2022 a la convocatoria pública de la Diputación de Toledo, teniendo en cuanta las características del espacio expositivo del en torno de Santa Maria de Melque, en San Martín de Montalbán, Toledo https://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_Santa_María_de_Melque.
La singularidad del en torno, alejado de «ruido» me parece el lugar adecuado en el que mostrar esta selección de piezas de la serie La textura del silencio, desde el concepto de acumulación, repetición, suma de acciones con la única pretensión de crear una atención plena, en la búsqueda de calma, silencio.
La textura del silencio. Antonio Navarro Fernández
Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi propio mundo.
Ludwig Wittgenstein.
A lo largo de estos últimos años he centrado mi atención en el color negro como elemento de construcción en mi trabajo, tal vez porque como dice Theresa Pedrosa:
When an artist abandons color… all that remains is the essence, the strength of the stroke and the purity of the sign…
Cuando un artista abandona el color… todo lo que queda es la esencia, la fuerza del trazo y la pureza del símbolo…
Este proyecto: La textura del silencio, es la evolución natural de Silencio, propuesta presentada en La Capilla de la Convalecencia de la Universidad de Murcia en 2017. Desde entonces he seguido investigando desde distintos medios, con los cuales ampliar el lenguaje hacia otros soportes para formalizar obras que evidencian la desnudez del pensamiento construyéndose sobre la nada, claro que cuando digo nada, bien podría decir todo.
Quizás podríamos decir que el dibujo, como genuino vehículo del pensamiento y actividad creativa, está en alguna media relacionado con un grado de silencio. Este silencio vendría propiciado por la naturaleza directa y unívoca de lo gráfico, entre lo tangible y lo intangible. Este silencio no se refiere a una carencia de comunicación sino a un tipo de pensamiento no vinculado necesariamente a lo verbal y anterior a éste. El dibujo como manifestación muda, no en el sentido de carencia de la palabra, sino perteneciente a otra forma de revelar o comunicar.
Y cuando aquí se menciona el dibujo, se alude directamente a la creación artística, al quehacer cotidiano en torno al acto de forjar cada una de las piezas que se van construyendo sea cual sea su lenguaje, que en si vienen del trazo que surge ya sea sobre papel o cualquier soporte que pueda albergarlo.
Para mí, el silencio, es el marco que posibilita todo lo demás. Se escalona a lo largo del día entre palabras convirtiéndose en frontera entre un quehacer y otro, un espacio sin tiempo definido que permite transitar en pautas complejas.
La propuesta que presento está en cierto modo relacionada con el escaldachón, ese rayo de sol que atraviesa las nubes en un día de tormenta. Esa luz que produce calma, serenidad, en un espacio de ruido constante como el que nos encontramos en la sociedad contemporánea. Ruido acústico, pero también visual, bombardeados constantemente por imágenes, dónde solo queda el resquicio de cerrar los ojos para llegar al silencio. Cada una de las piezas se muestra ante el presente, sin más artificio que la acumulación ordenada de elementos, un búsqueda de ese escaldachón, que nos haga parar, observar y comulgar con silencio.
Como diría Verdier, no hay necesidad de comprender los ideogramas chinos para percibir la belleza del movimiento y alcanzar lo que Séneca denomina “la tranquilidad del alma”. Por lo tanto, simplemente invito a observar, dejar sentir la textura visual de cada uno de los elementos que conforman la obra, su voluptuosidad, beatitud, tal vez como refugio, dónde observar paisajes que surgen desde la memoria arcaica de nuestros antepasados tan lejanos como los habitantes de Lascaux. Si es, será, sino, tal vez sea en otro momento.
Desde el concepto del wabi sabi , analizo el uso de materiales “menos nobles” en las bellas artes: el carbón como elemento primigenio en la elaboración de grafismos por el hombre primitivo en cuevas como Altamira, Tito Bustillo… este material es utilizado desde el principio de acumulación, de repetición del gesto como elemento de meditación, un ora et labora permanente, que permite una atención plena en la construcción de las piezas que aquí se presentan. Algo similar ocurre con el papel de sulfito, el cual se rasga, se pliega, se deposita de manera ordenada sobre la base, permitiendo crear obras donde la rigidez visual de la pieza, se desarma con una brisa suave que rompe la construcción mental hecha ante la rotundidad del negro. El metacrilato crea un doble juego en base al uso de la superficie brillante o mate. Byung-Chul Han en La salvación de lo bello, nos plantea el hecho de que vivimos en la sociedad del brillo, dónde todo lo que brilla es bueno, una sociedad que centra su atención en el reflejo de lo que realmente somos, en contraposición en lo “mate” del carbón y el papel. Estas piezas permiten un reflejo que según la ubicación del espectador se deforma, tal vez en analogía con esa distorsión de la realidad basado en las redes sociales las cuales observamos desde la brillantez de nuestro smartphone. El metacrilato mate me permite regresar a la esencia de absorción de luz que se produce tanto en el carbón como en el papel, en esa búsqueda de un escaldachón, que nos permita detenernos aunque solo sea por un instante.