Antonio Navarro Fernández
Desde hace algún tiempo centro mi trabajo en la acumulación de elementos; carbones, papeles, pinceladas en alcograbado, líneas en aguafuerte sobre una matriz, a modo de meditación, convirtiéndome en un buscador, un explorador de los abismos del interior, en un ora et labora permanente que me permite adentrarme en el silencio, un silencio que crea cierta adicción[1], esa búsqueda constante de paz dentro de un mundo lleno de ruidos, visuales, acústicos que terminan en una constante cacofonía, llevándome a otro modo de meditación activa. La cual se aloja en cada rasgado, cada plegado, en cada pegado del papel, creando piezas que se van construyendo de manera azarosa, una tras otra o una lleva a la otra, hasta que dicen basta y aparece de pronto la nada. Una nada como conclusión de una acción creadora, dónde la única necesidad que me impongo es crear algo bello, sutil desde la oscuridad absoluta del negro papel.
En esta exposición “Sutilezas”, sigo explorando las posibilidades que me da el papel de sulfito, a modo de divertimento, de exploración como materia, que unifica el proyecto en el que participamos los ocho artistas, desde universos diferentes, pero con la vista puesta en mostrar las posibilidades de un material con casi dos mil años de antigüedad.
Posiblemente una acción pretenciosa que se aleja de premisa de un constante silencio, el cual ni tan siquiera tendría que “molestar” al espectador, tal vez aparece la lucha de un ego que pretende ir más allá y que aún no he conseguido domesticar. Por lo tanto me pregunto, ¿ soy capaz de crear silencio?.
En La salvación de lo bello[2], aborda el acto de la exhibición de la obra de arte como ese desplazamiento del valor de lo culto, convirtiendo el acto en si en espectáculo, por lo tanto, en qué situación me encuentro estoy creando silencio que posteriormente se convierte en espectáculo ¿?
En esto estoy ahora mismo…
[1] d´Ors P. Biografía del silencio. 2012. Siruela
[2] Han, B-C. La salvación de lo bello, 2018. Herder.